domingo, 11 de septiembre de 2011

Pedro Páramo

-¿Qué es lo que pasa, doña Eduviges?
Ella sacudió la cabeza como si despertara de un sueño.
-Es el caballo de Miguel Páramo, que galopa por el camino de la Media Luna.
-¿Entonces vive alguien en la Media Luna?
-No, allí no vive nadie.
-¿Entonces?
-Solamente es el caballo que va y viene. Ellos eran inseparables. Corre por todas partes buscándolo y siempre regresa a estas horas. Quizá el pobre no puede con su remordimiento. Cómo hasta los animales se dan cuenta de cuando cometen un crimen, ¿no?
-No entiendo. Ni he oído ningún ruido de ningún caballo.
-¿No?
-No
-Entonces es cosa de mi sexto sentido. Un don que Dios me dio; o tal vez sea una maldición. Sólo yo sé lo que he sufrido a causa de esto.
Guardó silencio un rato y luego añadió:
-Todo comenzó con Miguel Páramo. Sólo yo supe lo que le había pasado la noche que murió . Estaba yo acostada cuando oí regresar su caballo rumbo a la Media Luna. Me extrañó porque nunca volvía a esas horas. Siempre lo hacía entrada la madrugada. Iba a platicar con su novia a un pueblo llamado Contla, algo lejos de aquí. Salía temprano y tardaba en volver. Pero esa noche no regresó. . . ¿Lo oyes ahora? Está claro que se oye. Viene de regreso.
-No oigo nada
-Entonces es cosa mía. Bueno, como te estaba diciendo, eso de que no regresó es un puro decir. No había acabado de pasar su caballo cuando sentí que me tocaban por la ventana. Ve tú a saber si fue ilusión mía. Lo cierto es que algo me obligó a ir a ver quién era. Y era él, Miguel Páramo. No me extrañó verlo, pues hubo un tiempo que se pasaba las noches en mi casa durmiendo conmigo, hasta que encontró esa muchacha que le sorbió los sesos.
"-¿Que pasó? -le dije a Miguel Páramo-. ¿Te dieron calabazas?"
"-No. Ella me sigue queriendo -me dijo-. Lo que sucede es que yo no pude dar con ella. Se me perdió el pueblo. Había mucha neblina o humo o no sé qué; pero sí sé que Contla no existe. Fui más allá según mis cálculos, y no encontré nada. Vengo a contártelo a ti, porque tú me comprendes. Si se lo dijera a los demás de Comala dirían que estoy loco, como siempre han dicho que lo estoy."
"-No. Loco no, Miguel. Debes estar muerto. Acuérdate que te dijeron que ese caballo te iba a matar algún día. Acuérdate, Miguel Páramo. Tal vez te pusiste a hacer locuras y eso ya es otra cosa.
-Sólo brinqué el lienzo de piedra que últimamente mandó poner mi padre. Hice que el Colorado lo brincara para no ir a dar ese rodeo tan largo que hay que hacer ahora para encontrar el camino. Sé que lo brinqué y después seguí corriendo; pero, como te digo, no había más que humo y humo y humo."
"-Mañana tu padre se torcerá de dolor -le dije-. Lo siento por él. Ahora vete y descansa en paz, Miguel. Te agradezco que hayas venido a despedirte de mí.
"Y. cerré la ventana. Antes de que amaneciera un mozo de la Media Luna vino a decir: -E1 patrón don Pedro le suplica. E1 niño Miguel ha muerto. Le suplica su compañía.
"-Ya lo sé -le dije-. ¿Te pidieron que lloraras?
"-Si, don Fulgor me dijo que se lo dijera llorando.
"-Está bien. Dile a don Pedro que allá iré. ¿Hace mucho que lo trajeron?
"-No hace ni media hora. De ser antes, tal vez se hubiera salvado. Aunque, según el doctor que lo palpó, ya estaba frío desde tiempo atrás. Lo supimos porque el Colorado volvió solo y se puso tan inquieto que no dejó dormir a nadie. Usted sabe cómo se querían él y el caballo, y hasta estoy por creer que el animal sufre más que don Pedro. No ha comido ni dormido y nomás se vuelve un puro corretear. Como que sabe, ¿sabe usted? Como que se siente despedazado y carcomido por dentro.
"- No se te olvide cerrar la puerta cuando te vayas.
"Y el mozo de la Media Luna se fue."
-¿Has oído alguna vez el quejido de un muerto? - me preguntó a mí.
-No, doña Eduviges.
-Más te vale.

En el hidrante las gotas caen una tras otra. Uno oye, salida de la piedra, el agua clara caer sobre el cántaro. Uno oye. Oye rumores; pies que raspan el suelo, que caminan, que van y vienen. Las gotas siguen cayendo sin cesar. El cántaro se desborda haciendo rodar el agua sobre un suelo mojado.
"¡Despierta!", le dicen.
Reconoce el sonido de la voz. Trata de adivinar quién es; pero el cuerpo se afloja y cae adormecido, aplastado por el peso del sueño. Unas manos estiran las cobijas prendiéndose de ellas, y debajo de su calor el cuerpo se esconde buscando la paz.
"¡Despiértate!", vuelven a decir.
La voz sacude los hombros. Hace enderezar el cuerpo. Entreabre los ojos. Se oyen las gotas de agua que caen del hidrante sobre el cántaro raso. Se oyen pasos que se arrastran. . . Y el llanto.
Entonces oyó el llanto. Eso lo despertó: un llanto suave, delgado, que quizá por delgado pudo traspasar la maraña del sueño, llegando hasta el lugar donde anidan los sobresaltos.
Se levantó despacio y vio la cara de una mujer recostada contra el marco de la puerta, oscurecida todavía por la noche, sollozando.
-¿Por qué lloras, mamá? -preguntó, pues en cuanto puso los pies en el suelo reconoció el rostro de su madre.
-Tu padre ha muerto -le dijo.
Y luego, como si se le hubieran soltado los resortes de su pena, se dio vuelta sobre sí misma una y otra vez , una y otra vez, hasta que una manos llegaron hasta sus hombros y lograron detener el rebullir de su cuerpo.
Por la puerta se veía el amanecer en el cielo. No había estrellas. Sólo un cielo plomizo, gris aún no aclarado por la luminosidad del sol. Una luz parda, no como si fuera a comenzar el día, sino como si apenas estuviera llegando el principio de la noche.
Afuera, en el patio, los pasos, como de gente que ronda. Ruidos callados. Y aquí, aquella mujer, de pie en el umbral; su cuerpo impidiendo la llegada del día; dejando asomar, a través de sus brazos, retazos de cielo, y debajo de sus pies regueros de luz; una luz asperjada como si el suelo debajo de ella estuviera anegando en lágrimas. Y después el sollozo. Otra vez el llanto suave pero agudo, y la pena haciendo retorcer su cuerpo.
-Han matado a tu padre.
-¿Y a ti quién te mató, madre?

Pedro Páramo
Juan Rulfo 
http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/LiteraturaLatinoamericana/rulfo/pedroparamo/ 

viernes, 15 de julio de 2011

Carta a un amigo imaginario

Hola, ¿cómo lo llevas?

Me cuentan que has estado ocupado ultimamente, que apenas has parado. Llevando a cabo viejos proyectos. Bien por ti. Me alegra saber que un amigo está determinado a realizar sus sueños. Porque de eso trata todo esto ¿no?, de saber qué es lo que uno quiere y luchar por ello. Y de repente todo se vuelve sencillo. No fácil; pero sí un poco más sencillo.

Asique has elegido tu sueño particular y vas camino de convertirte en una persona satisfecha. Dentro de poco nos miraremos a los ojos y sentiremos esa familiaridad cómoda de los viejos amigos, que es como un soplo del tiempo en la nuca o un gesto de mano que todo lo aparta y todo lo perdona. Y todo estará perdonado, porque habrás decidido no cargar con más responsabilidades, y no salvar a nadie ya, y dejar a los gusanos que hagan su trabajo. Y te entregarás de una vez por todas al tiempo miserable que te queda de vida, que por supuesto no vivirás, y que te pasará por encima como una tormenta de verano.

Lo ves todo desde una brutal distancia, y sin embargo dices estar orgulloso de lo que se ha conseguido en un suelo tan viciado. ¿Acaso no es todo un juego? ¿No estamos nosotros entre las malas hierbas? ¿Cómo puedes declararte satisfecho? Quizás puedas hablarme de tu satisfacción, si es que conservas aún la capacidad de hablar, cuando hayas cumplido con lo debido a tu revolución, a tus ídolos, a tus padres, a la sociedad, a tu ego herido. Quizás encontraremos las palabras al final, como ocurre en la mala literatura, cuando ya no tenga ninguna importancia.

martes, 22 de marzo de 2011

La sociedad de supervivencia


7. ¿Ya has sentido el deseo de dejar de leer periódicos y de romper tu televisor?
En tal caso, has entendido que:
  • a) Los diarios, la radio, la televisión son los vehículos más groseros de la mentira. No solamente nos alejan de los auténticos problemas - del "¿cómo vivir mejor?" que se plantea concretamente cada día -, sino que además nos empujan a identificarnos con unas imágenes prefabricadas, a situarnos de manera abstracta en el lugar de un jefe de Estado, de una vedette, de un asesino, de una víctima, en suma, a reaccionar como si fuéramos otro. Las imágenes que nos dominan es el triunfo de lo que no somos y de lo que nos expulsa de nosotros mismos; de lo que nos convierte en objetos a clasificar, etiquetar, jerarquizar, según el sistema de la mercancía generalizada.
  • b) Existe un lenguaje al servicio del poder jerarquizado. No está solamente en la información, la publicidad, las ideas preconcebidas, las costumbres, los gestos condicionados sino también en todo lenguaje que no prepare la revolución de la vida cotidiana, en todo lenguaje que no esté al servicio de nuestros placeres.
  • c) El sistema mercantil impone sus representaciones, sus imágenes, su sentido, su lenguaje cada vez que se trabaja para él, es decir, la mayor parte del tiempo. Este conjunto de ideas, de imágenes, de identificaciones, de conductas determinadas por la necesidad de acumulación y de renovación de la mercancía constituye el ESPECTÁCULO en el que cada uno de nosotros desempeña el papel de lo que no vive realmente y vive falsamente lo que no es. Ello se debe a que el rol es una mercancía viviente y la supervivencia un malestar interminable.
  • d) El espectáculo (ideologías, cultura, arte, roles, imágenes, representaciones, palabras-mercancías) es el conjunto de las conductas sociales por las que los hombres entran en sistema mercantil, participan en él en contra de sí mismos convirtiéndose en objetos de supervivencia - mercancías -, renunciando al placer de vivir realmente para sí mismos y de construir libremente su vida cotidiana.
  • e) Sobrevivimos en un conjunto de imágenes a las que nos sentimos obligados a identificarnos. Cada vez actuamos menos por nosotros mismos y cada vez más en función de abstracciones que nos dirigen según las leyes del sistema mercantil (beneficio y poder).
  • f) Carece de gran importancia que los roles o las ideologías puedan ser favorables u hostiles al sistema dominante puesto que permanecen dentro del espectáculo, del sistema dominante. Sólo lo que destruye la mercancía y su espectáculo es revolucionario.
En realidad, ya está harto de la mentira organizada, de la realidad al revés, de las muecas que imitan la vida auténtica y acaban de empobrecerla. Ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad en la que el derecho de comunicación real pertenezca a todos, en la que cada uno de nosotros pueda dar a conocer lo que le interesa gracias a la libre disposición de las técnicas (imprentas, telecomunicaciones), en la que la construcción de una vida apasionante liquide la necesidad de desempeñar un rol y de conceder más importancia a la apariencia que a la auténtica vida. (Ver III, 40 a 46.)
8. ¿Te sucede que sientas la desagradable sensación de que al margen de escasos momentos no te perteneces y te conviertes en extraño a ti mismo?
En tal caso, has entendido que:
  • a) A través de cada uno de nuestros gestos - mecanizados, repetidos, separados entre sí - el tiempo se desmigaja y, pedazo a pedazo, nos saca de nosotros mismos. Y estos tiempos muertos se reproducen y se acumulan al trabajar y al hacernos trabajar para la reproducción y la acumulación de mercancías.
  • b) En la actualidad, el envejecimiento no es otra cosa que el aumento de los tiempos muertos, del tiempo en que la vida se pierde. Es por dicho motivo que ya no hay jóvenes ni viejos sino unos individuos más o menos vivos. Nuestros enemigos son quienes creen y hacen creer que el cambio global es imposible, son los muertos que nos gobiernan y los muertos que se dejan gobernar.
  • c) Trabajamos, comemos, leemos, dormimos, consumimos, tomamos vacaciones, absorbemos cultura, recibimos cuidados, y de este modo sobrevivimos como plantas de interior. Sobrevivimos contra todo lo que nos incita a vivir. Sobrevivimos para un sistema totalitario e inhumano - una religión de cosas y de imágenes - que nos recupera prácticamente en toda ocasión y lugar para aumentar los beneficios y los poderes desmigajados de la clase burocrático-burguesa.
  • d) Nos limitaríamos a ser lo que permite el sistema mercantil si en ocasiones no volviéramos a ser bruscamente nosotros mismos, si no nos sintiéramos invadidos del deseo de vivir apasionadamente. En lugar de ser vividos por delegación, por imágenes interpuestas, los momentos auténticamente vividos y el placer sin reservas, aliados al rechazo de lo que lo obstaculiza o lo falsifica, son otros tantos golpes asestados al sistema espectacular-mercantil. Basta con darles mayor coherencia para extenderlos, multiplicarlos y reforzarlos.
  • e) Al crear apasionadamente las condiciones favorables al desarrollo de las pasiones, queremos destruir lo que nos destruye. La revolución es la pasión que permite todas las demás. Pasión sin revolución sólo es ruina del placer.
En realidad, ya estás harto de moverte entre tiempos muertos y obligaciones. Y ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad cuya base ya no será la carrera tras el beneficio y el poder sino la búsqueda y la armonización de las pasiones a vivir (ver III, 75 a 92).
9. ¿Ya has sentido el deseo de prender fuego a una fábrica de distribución (supermercado, gran almacén, depósito)?
En tal caso, has entendido que:
  • a) La auténtica contaminación es la contaminación por la mercancía universalizada, extendida a todos los aspectos de la vida. Cada mercancía expuesta en un supermercado es el cínico elogio de la opresión salarial, de la mentira que hace vender, del intercambio, del jefe y del policía que sirven para protegerlas.
  • b) La exposición de las mercancías es un momento de la supervivencia y la glorificación de su miseria: elogio de la vida perdida en horas de trabajo forzado; de los sacrificios consentidos para comprar mierda (alimentos adulterados, gadgets, coches-ataúdes, jaulas habitables, objetos concebidos para descuajaringarse...); de las inhibiciones; de los placeres-angustia; de las imágenes grotescas propuestas a cambio de una ausencia de vida auténtica y compradas a modo de compensación.
  • c) El incendio de un gran almacén sólo es un acto terrorista. En efecto, puesto que la mercancía está concebida para destruirse por sí misma y ser sustituida, el incendio no destruye el sistema mercantil sino que participa en él añadiéndole un exceso de brutalidad. Ahora bien, no se trata de que la mercancía nos destruya destruyéndose a sí misma. Es preciso destruirla totalmente para construir la autogestión generalizada.
En realidad, ya estás harto de los decorados del tedio y del voyeurisme; de un mundo en el que lo que se ve impide vivir y en el que lo que impide vivir se presenta como caricatura abstracta de la vida. Y ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad en la que el final de la mercancía reside en la libre disposición de los productos creados por el final del trabajo forzado. Contra el trabajo que impide la abundancia y produce únicamente su reflejo falaz, queremos la abundancia que invita a la creatividad y a las pasiones.


Raoul Vaneigem, "La sociedad de supervivencia" en 
De la huelga salvaje a la autogestión generalizada

sábado, 29 de enero de 2011

Tecnologías del yo

O poder non sempre é un dispositivo visible. Que parte de liberdade posible cedemos cando nos miramos nos espellos totalizantes da cultura? Da a sensación de que a sociedade aséntase cada vez máis na premisa dunha fuxida constante de nós mesmos. Síntomas: consumismo, psicoanálese (totalitarismo?)
 
E tamén: que efecto ten a constante multiplicación das miradas sobre unha permanente procura da identidade perdida, en si mesma destinada ao fracaso? Non estaremos lexitimando no noso día a día, cos nosos xogos sociais e a nosa sensibilidade á mirada omnipresente, dispositivos de poder que logo criticaremos nas súas formas finais de coerción ou violencia institucionalizada? Algo debe andar mal cando unha sociedade enteira rexeitou unha e mil veces o fascismo das xeneracións pasadas, e pese a todo non foi capaz de plantexarse con seriedade cales foron as suas causas (cando non se rexeitou a pregunta directamente, dando lugar a unha especie de racismo ideolóxico).

A única revolución posible comeza cun mesmo. 


El rasgo distintivo del poder es que algunos hombres pueden, más o menos, determinar por completo la conducta de otros hombres, pero jamás de manera exhaustiva o coercitiva. Un hombre encadenado y azotado se encuentra sometido a la fuerza que se ejerce sobre él. Pero no al poder. Pero si se consigue que hable, cuando su único recurso habría sido el de conseguir sujetar su lengua, prefiriendo la muerte, es que se le ha obligado a comportarse de una cierta manera. Su libertad ha sido sometida al poder. Ha sido sometido al gobierno. Si un individuo es capaz de permanecer libre, por muy limitada que sea su libertad, el poder puede someterle al gobierno. No hay poder sin que haya rechazo o rebelión en potencia.


En lo que respecta a las relaciones entre los hombres existen innumerables factores que determinan el poder. Y, sin embargo, la racionalización no deja de proseguir su tarea y de revestir formas específicas (...) El gobierno de los hombres por los hombres -ya forme grupos modestos o importantes, ya se trate del poder de los hombres sobre las mujeres, de los adultos sobre los niños, de una clase sobre otra, o de una burocracia sobre una población- supone cierta forma de racionalidad, y no de violencia instrumental.

En consecuencia, los que resisten o se rebelan contra una forma de poder no pueden satisfacerse con denunciar la violencia o criticar una institución. No basta con denunciar la razón en general. Lo que hace falta poner en tela de juicio es la forma de racionalidad existente. La crítica al poder ejercido sobre los enfermos mentales o los locos no puede limitarse a las instituciones psiquiátricas; tampoco pueden satisfacerse con denunciar las prisiones, como instituciones totales, quienes cuestionan el poder de castigar. La cuestión es: ¿cómo se racionalizan semejantes relaciones de poder? Plantearla es la única manera de evitar que otras instituciones, con los mismos objetivos y los mismos efectos, ocupen su lugar.


Michel Foucault, Las tecnologías del yo.




jueves, 20 de enero de 2011

REFUSED are fucking dead

Parte dun dos manifestos da desaparecida banda Refused, que expresa o seu compromiso estético e político. Aínda que como banda hai tempo que desapareceron, como proposta teórica aínda teñen moito que decir.

"(...) Los críticos llevan la cabeza bien alta porque conocen el sufrimiento real y el trabajo real, mientras nosotros aceptamos las formas más fáciles y accesibles de comunicación y entretenimiento, simplificadas para que podamos comprenderlas. La falta de estímulos dentro del arte, la política y la vida, reduce nuestras expectativas y por ello nos conformamos con los "talkshows" y la MTV. No somos idiotas, pero si se nos trata como tales, comenzaremos a actuar como los niños. La ausencia de formas alternativas de expresión, así como de pensamientos incendiarios y de autoconfianza, nos relega a una naturaleza pasiva y vacía. Asique, reclama el arte, recupera la buena cultura para la gente, la gente que trabaja, la gente que vive, y quema sus galerías de arte y destruye sus lujosas construcciones y sus edificios. Porque nosotros, a diferencia de la burguesía, no tenemos nada que perder y por ello nuestra expresión será la única honesta, nuestras palabras serán las únicas que constituyan un desafío, y nuestro arte será la propia expresión de la revolución. Necesitamos ruído nuevo y voces nuevas y nuevos lienzos, para llegar a ser algo más que los últimos poetas de una generación inútil."


Pertence ao libreto do disco "The shape of punk to come".
Os textos completos (en inglés) en

lunes, 10 de enero de 2011

Poema de Clovis, el replicante

Mis manos trabajan del alba al ocaso
y nunca parece llegar mi descanso.
Mi esposa no encuentra consuelo
excepto en lo que viene del cielo.
Comemos poco, bebemos menos,
la felicidad de esta tierra no tenemos.

Otro sol nutre nuestra existencia,
la luz de sus rayos no nos calienta.
Él no mide mi tiempo
ni el espacio que yo veo,
mi espíritu no sigue su camino,
no he de temer de su furia el castigo.