sábado, 29 de enero de 2011

Tecnologías del yo

O poder non sempre é un dispositivo visible. Que parte de liberdade posible cedemos cando nos miramos nos espellos totalizantes da cultura? Da a sensación de que a sociedade aséntase cada vez máis na premisa dunha fuxida constante de nós mesmos. Síntomas: consumismo, psicoanálese (totalitarismo?)
 
E tamén: que efecto ten a constante multiplicación das miradas sobre unha permanente procura da identidade perdida, en si mesma destinada ao fracaso? Non estaremos lexitimando no noso día a día, cos nosos xogos sociais e a nosa sensibilidade á mirada omnipresente, dispositivos de poder que logo criticaremos nas súas formas finais de coerción ou violencia institucionalizada? Algo debe andar mal cando unha sociedade enteira rexeitou unha e mil veces o fascismo das xeneracións pasadas, e pese a todo non foi capaz de plantexarse con seriedade cales foron as suas causas (cando non se rexeitou a pregunta directamente, dando lugar a unha especie de racismo ideolóxico).

A única revolución posible comeza cun mesmo. 


El rasgo distintivo del poder es que algunos hombres pueden, más o menos, determinar por completo la conducta de otros hombres, pero jamás de manera exhaustiva o coercitiva. Un hombre encadenado y azotado se encuentra sometido a la fuerza que se ejerce sobre él. Pero no al poder. Pero si se consigue que hable, cuando su único recurso habría sido el de conseguir sujetar su lengua, prefiriendo la muerte, es que se le ha obligado a comportarse de una cierta manera. Su libertad ha sido sometida al poder. Ha sido sometido al gobierno. Si un individuo es capaz de permanecer libre, por muy limitada que sea su libertad, el poder puede someterle al gobierno. No hay poder sin que haya rechazo o rebelión en potencia.


En lo que respecta a las relaciones entre los hombres existen innumerables factores que determinan el poder. Y, sin embargo, la racionalización no deja de proseguir su tarea y de revestir formas específicas (...) El gobierno de los hombres por los hombres -ya forme grupos modestos o importantes, ya se trate del poder de los hombres sobre las mujeres, de los adultos sobre los niños, de una clase sobre otra, o de una burocracia sobre una población- supone cierta forma de racionalidad, y no de violencia instrumental.

En consecuencia, los que resisten o se rebelan contra una forma de poder no pueden satisfacerse con denunciar la violencia o criticar una institución. No basta con denunciar la razón en general. Lo que hace falta poner en tela de juicio es la forma de racionalidad existente. La crítica al poder ejercido sobre los enfermos mentales o los locos no puede limitarse a las instituciones psiquiátricas; tampoco pueden satisfacerse con denunciar las prisiones, como instituciones totales, quienes cuestionan el poder de castigar. La cuestión es: ¿cómo se racionalizan semejantes relaciones de poder? Plantearla es la única manera de evitar que otras instituciones, con los mismos objetivos y los mismos efectos, ocupen su lugar.


Michel Foucault, Las tecnologías del yo.




No hay comentarios:

Publicar un comentario